domingo, 25 de agosto de 2013

Canguro

Domingo, día de descanso, día de prepararse para una larga semana cuidando niños, pero como cuando eres au pair nunca sabes lo que va a pasar, me encuentro en la cocina esperando a que los padres vuelvan del cine y, por suerte, con los nenes dormidos. Pese a que me ha costado que se durmieran, la paz ha vuelto a esta casa y aprovecho para actualizar.

Barcelona
Empezando por lo más importante, ya volví de mis dos semanas en España, que decir más que fueron increibles. Pasé una semana en Barcelona y la segunda en mi pueblo. Mucha alegría al ver de nuevo a mi familia tras tres meses seguidos fuera. He de decir que apenas tuve un segundo para descansar, porque si no tenía un plan hecho, tenía una llamada de alguien para tomar algo o mi familia reclamandome, pero aun así, y durmiendo una media de 5 horas, me alegro de haber exprimido el tiempo tanto como pude. Me quedé con ganas de más, tanto de pasar más tiempo como de quedar con más gente, porque aún exprimiendo el tiempo cuanto pude no me llegó para todo lo que hubiera querido.
Uno de los días de mis tan preciadas vacaciones lo pasé yendo a Zaragoza a ver a una amiga de toda la vida. Un viaje un poco pesado que valió la pena, pues a esta chica llevaba sin verla más de cuatro meses, porque la primera vez que bajé ella no estaba en la ciudad, se había ido de Erasmus.

Japonés!
Mi querido barrio
Otro día lo pase en el coche para ir hasta mi pueblo, todo hay que decirlo, esos viajes de 10 horas hasta Zamora jamás se me harán pesados, tal vez por las ganas que suelo tener de ir, por las conversaciones en el coche, por los paisajes... Pero he de reconocer que me entcanta.
El último día fue en un autobús para Madrid, donde unos amigos me recogieron y pasamos la tarde juntos, también hacía mucho que no les veía y tras pasar la tarde juntos me acercaron al aeropuerto para volver a Dublín.
Sin viajes por medio, los demás días fueron para visitar a la familia y unos cuantos amigos cercanos, como Judith, que sólo pude verla el fin de semana porque trabajaba (pero por poco que fuese se aprovechó, y buscamos tanto tiempo como nos fué posible), o Jordi, que pese a poder estar meses sin vernos, cada vez que quedamos podemos pasar las horas hablando y riendo, acompañados siempre de alguna bebida de la alegria.

La buena comida
Zamora
Un resumen algo pobre de mi estancia sería esto, pero hay tantísimas cosas por contar que no sé bien bien por donde empezar.
Una vez en Dublín, con retraso en el avión, me dispuse a buscar a mim HostDad, que me venía a recoger, con tan mala suerte que no me quedaba saldo, y cuando fui a apuntarme su número para llamarle, se me acabo la batería. Pienso... vamos a buscar el cargador para enchufarlo en cualquier rincón del aeropuerto, pero... el adaptador eléctrico de Irlanda lo dejé en casa, así que temiendo ya lo peor, me dispuse a esperar en la salida, y como una luz divina apareció él cojeando, parece ser que entrenando le dieron una patada en la pierna que se la dejó tonta.

El trayecto de vuelta muy ameno, hablando casi todo el rato, y muy emocionada por la reacción que los nenes tendrían al verme, aún sabiendo que tendría que esperar hasta el día siguiente (entre una cosa y otra llegué a casa a la una de la mañana!).

La semana se hizo un poco larga, amena porque estaba con las baterías cargadas, pero larga, supongo que aun tendré que volverme a acostumbrar al ritmo de los tres niños, que tocando ese tema, añado que en una semana ya estoy llena de arañazos y moratones, cortesía de mi querida niña mediana.
El jueves de esta semana empiezan de nuevo el colegio (yujuuu!) lo que me dejará a cargo del pequeño, al menos hasta las 15.30 que los mayores vuelvan a casa y el caos se apodere hasta las 18.00.

Tras este pequeño resumen de lo sucedido las últimas semanas, me despido, pues los papis ya han llegado y me mueeeero de sueño.
Espero escribir de nuevo esta semana, asi pondré al día sobre los acontecimientos sucedidos recientemente en vez de actualizar cada tanto. Gracias por pasaros!

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